miércoles, 24 de octubre de 2007

El mundo según los neocon

Siguiendo la estela de Antitot y su genial serie de documentos gráficos "Una imatge val més..." (conocida en círculos más íntimos como "¡¡¡Abre los ojos de una vez p**a vez, mamarracho!!!"), os muestro un simpático mapa mundi que corre por la internete. En él se puede apreciar la peculiar cosmovisión que tienen algunos norteamericanos del planeta que alberga el orgullo de ser portador de tan excelso país.


Y os lo muestra alguien a quien los yankees le caen muy bien, en serio. Me molan sus ciudades, la simpatía y hospitalidad de sus gentes, su literatura, su cine, su arte, su selecta gastronomía y hasta sus incomprensibles deportes como el wrestling, la monta de toros salvajes o las fiestas universitarias. Pero en cuanto a su papel de superpotencia global necesitan con urgencia que alguien les diga que eso de invadir países con economías más débiles que la de Moldavia no está muy bien. Que es un poco como cuando hacías cuarto de EGB y te venía el de octavo a robarte el bocata, a ocupar la portería en la que jugabas a fútbol con una pelota hecha de papel de plata o a exhibir su chorra delante de la chavalería, considerablemente más grande que la de tu modesto cacahuete.
Si quieren ir de machotes por el mundo que prueben invadir China, la India o Santa Coloma de Gramanet. Porque como toquen a Santaco se van a enterar...

viernes, 19 de octubre de 2007

La trilogía de Deptford: la novela total


Hace unos días acabé de un tirón el segundo y el tercer volumen de la trilogía de Deptford: Mantícora y El mundo de los prodigios.
Y vosotros pensaréis, ¿qué hace herr Q leyendo libros? Ya nos está vendiendo la Bultaco otra vez. ¿Se quiere hacer pasar por un intelectual cuando todo el mundo sabe que lo único que le interesa en la vida es el Sport y su cartera de valores?
Pues así es, me interesa mucho el mundo culé y mis inversiones en Hong-Kong, pero también tengo un corazoncito literario que palpita en lo más profundo de mi ser, el cual me animó a que acabara la trilogía, pendiente desde hacía demasiado tiempo.
Y me resulta muy dificil encontrarle una buena definición sin utilizar adjetivos pomposos. Me salen palabras como caviar beluga, diamantes africanos, Ferrari, cristal de bacará, el Bulli o si lo preferís bocata de jamón de paletilla ibérica con pan con tomate y toque justo de aceite de oliva.
Buenísima.

Sin ánimo de que nadie la lea (así podré seguir vacilando por leer autores que sólo conocen cuatro lletraferits y dos gafapastas), en su conjunto, la lectura de los tres títulos me ha proporcionado un grandioso éxtasis neuronal y el subidón literario más importante de los últimos tiempos, cosa que no sentía desde mi último gran coloque Philiprothiano con su Pastoral Americana

Y así es. Una épica Novela Total como la resume Rodrigo Fresán en este magnífico artículo. Toca todos los palos de la existencia humana con sabiduría y simpleza de estilo como predica Dunstan Ramsay, el personaje central por el que gira toda la obra. Conflicto social, religión, psicoanálisis, arte, filosofía, historia, sexo, muerte, venganza, remordimiento... No encuentro a faltar ninguno de los grandes componentes humanos, y por ende literarios, que hacen grande una novela.

Davies es un maestro. Un maestro divertido que escribe como los ángeles con una correción de estilo y una profundidad intelectual que asusta y que, sobretodo, divierte. El vértigo de la existencia y la pasión por la vida están en todos y cada uno de los personajes, de los que, a parte de Ramsay, destacaría a la genial Liesl: un auténtico portento de fealdad y sabiduría, pero que en el fondo acaba resultando la más entrañable del círculo de Sogenfrei.

A pesar de que entiendo las tres novelas como un todo, mi naturaleza polémica me puede y os confieso que el libro que más me ha gustado ha sido el que la mayor parte de los críticos considera peor, "Mantícora", con su bestial análisis junguiano de la patética personalidad del hijo del millonario Boy, David Staunton. En esta historia he encontrado más verdades por linea leída que en todos mis años de eruditos estudios barsólogos.

Un último apunte sobre la maravillosa traducción que ha hecho un tipo llamado Miguel Martínez-Lage. Camina como un funambulista entre una lengua moderna y clásica. Utiliza el argot con gracia y, sin duda, parte del mérito de los ratos la mar de divertidos que iletrados como yo pasamos junto a Dunstun, Magnus, Liesl, Boy y David Staunton, Christina y todos los demás son culpa de este gran traductor.

Y si queréis leer lo que escribí sobre "El quinto" hace unos meses, pisad aquí. Y si queréis ver la reseñas del editor haced pupita aquí.

lunes, 15 de octubre de 2007

Sex and Borbon


Harto de los continuos ataques contra la noble estirpe de soberanos que están al frente de una unidad de destino en lo universal llamada España (eso sí, con alguna ominosa interrupción provocada por el rojerío, el separatismo o el maléfico ZP), me decido a atizar un poco más el fuego de la sexualidad borbónica (Dios, qué caro nos va a salir...), mostrando algunas ilustraciones de un didáctico manual sobre la sanas costumbres sexuales de nuestra simpática dinastía borbónica, inspiradas en la tatarabuela de Jean Charles. La inefable, jocosa y siempre caliente ¡Isabel II!

Se trata de un libro publicado por los hermanos Bécquer (Gustavo Adolfo el de las Rimas y Valeriano el de las infusiones...) titulado Los Borbones en Pelota y que firman bajo el pseudónimo de SEM; aunque no tengan nada que ver con el servicio de emergencias médicas, pero sí mucho que ver con el servicio de emergencias democráticas... Está escrito en 1869 durante el proceso revolucionario conocido como La Gloriosa, poco antes que las fuerzas republicanas y federales enviaran a Isabelita a fornicar sin control por la campiña de la Francia de Napoleón III.

Resumiendo, la publicación viene a ser como un Jueves hardcore de la época en el que, por ejemplo, podemos ver a Isabel II, con gesto de paquidérmico, despatarrada en un jardín, enaguas hacia atrás, sobándose el clítoris con una vara de mando mientras que, con una melancólica mirada perdida, apoya su cabeza coronada en su propio puño. Como podéis comprobar, algo mucho más fino que el tosco coito perruno inspirado en el príncipe y la presentadora del telediario...


De hecho, la monarquía conejera a la que justamente tenemos que matener y demostrar gratitud ahonda sus raíces en una ilustrada tradición dionisíaca...


¿Qué es esto de que viven sin dar ni golpe? Yo aquí veo un trabajo físico imponente. Duro y con animales. Totalmente edificante para la moral de los jóvenes de hoy en día...


Así es, pueblo. Esperando que la fiscalía y los jueces de la A.N. no se mosqueen mucho y me empaqueten por quemar libros del Principito creyendo que están escritos por Jaime Peñafiel, me despido de todos vosotros rezando por un largo y próspero reinado del futuro Felipe VI. ¡Larga vida al Antiguo Régimen, amigos!

viernes, 5 de octubre de 2007

Pintor que pintas con amor...



Hay pintura al óleo, a la acuarela, al fresco (¿que debe ser cuando uno tiene frío, no? ¡Je!). También hay algunas personas a las que les faltan las extremidades superiores que aprenden a pintar con los pies o con la boca. Y también está Velázquez, Rembrandt, Monet, Picasso, Barceló... Y también Tim Pratch, más conocido com Pricasso, el cual es capaz de pintar con un órgano de la anatomía humana (masculina para ser más exactos) al que no paramos de sacarle nuevas utilidades. Me refiero al cilindrín, como dirían en Los Soprano, y popularmente conocido como la minga dominga.

Y no hay mucho más que decir. El hombre agarra el lienzo con una mano, el pene con la otra, moja el glande en la pintura y "voilà!" el proceso creativo se activa.

Así, a bote pronto, varias preguntas me vienen a la cabeza: ¿Qué pasa si el cilindrín pasa a convertirse en toda una señora tubería? ¿Cómo lo hacemos con los pequeños detalles? ¿Qué le han hecho los pinceles a este señor? ¿Afecta la pigmentación a su vitalidad sexual? ¿Se la limpia con aguarrás cuando acaba su tarea? ¿Si deja pelillos en el lienzo pasa a ser un collage? ¿Tiene algo en contra de las camisetas? ¿Liga más?

La verdad es que el tipo pinta mucho mejor con el miembro de lo que yo lo haría jamás con las manos incluso después de que el mismísimo Goya me impartiera unas clases, así que algún mérito debe tener.

martes, 2 de octubre de 2007

Los Maderos



Quedo con los colegas para ir al concierto de The Police en la puerta del Hotel Plaza porque suena internacional y creemos que así somos gente con clase. Todo el mundo llega tarde y cuando falta media hora para el inicio del concierto, enfilamos ufanos la montaña para dirigirnos al estadio.

En el marasmo humano de entrada al recinto pierdo de vista a un amigo con el que estaba hablando apenas 15 segundos antes. "¿Habéis visto a Àlex? "¿Dónde está Àlex?". Intranquilo, pienso en mi interior: "¿habré dicho algo malo?" "¿Se habrá tomado a mal lo del parecido con Brendan Fraser? "¿Ha visto a la pequeña Madelain?. Dejo de preocuparme porque sé que tiene la entrada en su poder y tengo nuevas cosas importantes en las que pensar, como por ejemplo no morir aplastado por la masa humana que se dirige hacia los accesos.

Llegamos a la entrada y uno de los tipos que controla la puerta decide que le mola mi bolso. "¿Me enseñas la bolsa?" Me pregunta. Lo miro y veo en su rostro que ansía encontrar C4 o algún que otro detonador. "Como no", le respondo gentilmente mostrándole la bolsa. Al cabo de treinta segundos con la bolsa en la mano me pregunta ostensiblemente cabreado, "¿me la puedes abrir?". "¡Ahhh! claro", respondo. No atino con la cremallera y tardo otros treinta segundos en abrirla. A mi espalda, la masa se impacienta y contemplo seriamente la posibilidad de ser pateado por 10000 puretas fans de Police. Qué tristísimo final para una vida... Al fin consigo abrir la bolsa y muestro su contenido: libreta, bocata de lomo y cámara de afotos. "Adelante".

Estamos dentro del Estadi Olímpic y buscamos nuestros asientos. Yo sigo buscando a Brendan, perdón a Àlex... Llegamos a nuestro sitio y me dirijo raudo y veloz a pedir cervezas para todos los presentes acompañado por dos simpáticas señoritas. Todo se va cumpliendo según el plan previsto y escojo la peor barra: atestada de gente y con una camarera más lenta que la cintura de Koeman en un contraataque. Pillamos un montón de birras que sólo durarán hasta el tercer tema. Veo que Àlex ya ha llegado a nuestra fila. Estamos todos.

Se apagan las luces, y ¿dónde me encuentro? Meándome todo yo. Apuro las últimas gotas y salgo pitando para no perderme ese gran momento épico de los conciertos que es su inicio, el rugido de la masa eloquecida por el ídolo y los primeros acordes de un glorioso intrumento musical llamado guitarra eléctrica. Estoy a punto de partirme la crisma bajando las escaleras de dos en dos, pero me mantengo a flote. Jodo a toda la fila que tienen que moverse y apartar sus patazas pero al fin llego a mi asiento. Las primeras notas de Message in a bottle empiezan a transportarme a un pasado moderadamente lejano. Empiezo a sentir el subidón conciertero pero veo al grupo como si ellos estuvieran en el suelo y yo en lo alto del Empire State. No se ve un pimiento. En el segundo tema encienden unas descomunales pantallas y todo vuelve a recobrar sentido. Sí, estoy en el concierto de uno de los grupos míticos de la historia del rock e intuyo que me lo voy a pasar bien...

Y no os voy hablar de la música porque para eso ya están esas críticas hechas por gente que sabe de música bastante más que yo y que seguro habéis leído. Sólo os diré cuatro verdades quoletianas: Sting, Copeland y Summers lo hicieron de p**a madre. Ya no tienen 20, ni 30, ni tan siquiera 40. Estos tíos ya están en el medio siglo de vida y lo cierto es que parecían unos púbers. Sting todavía mantiene ese estupendo timbre de voz y cantó, tocó el bajo y se movió a la perfección durante dos horas. Copeland lo dió todo y Summers estuvo en su sitio en una gran actuación. No se pusieron a saltar en camas elásticas como hicieron en una de sus giras ochenteras cuando a mí sólo me interesaba Espinete y Don Pimpón, pero vi a grandes músicos tocando temas históricos, con un gran sonido, arreglos cojonudos, diferentes ritmos y todo lo que se le puede pedir a una buena banda. Todo ello sin necesidad de pirotecnia, grúas que levanten dinosaurios ni rubias con grandes tetas...

A mí me ha merecido la pena dejarme mis euroes y oír en directo un pedacito de la historia del rock and roll.