domingo, 31 de diciembre de 2006

Feliz último día del año.



Es lo que toca.

Felicitar el año a toda la gente que conocemos, apreciamos o veneramos como si el resto de los 365 días del año nos importara un carajo lo que hacen esas mismas personas. Pues no, me sigue importando lo que hace toda esa gente el resto del año. Por eso yo os voy a felicitar únicamente el último día del año (incluyo madrugada), el día 31 de diciembre del 2006. Para todo este día os deseo:

- Una buen rollo generalizado con vuestra gente allá donde os encontréis.

- Una de esas cenas en las que no puedas dejar de comer porque todo sea absolutamente delicioso.

- Un buen programa en la tele en el que podamos recordar, ni que sea de refilón, lo que nos llegábamos a reír con esos especiales de Martes y trece de fin de año.

- Una gran fiesta de noche vieja en la que por una vez en la vida consigamos triunfar y empezar el año en un sitio calentito...

- Una buena música allí donde nos encontremos, o en su defecto, que los discos de Bisbal y compañía se hayan formateado por arte de magia.

- Una priva y unas drogas de calidad que no nos den ningún mal viaje

- Y una resaca moderada el día de mañana; la suficiente para hacernos recordar lo bien que lo pasamos y lo jóvenes que todavía somos.

Y como foto, un sitio magnífico en el que pasar el último día del año y, probablemente, un sitio maravilloso en el que poder pasar toda una vida...

Para todos vosotros, feliz 31 de diciembre del 2006!!!!

martes, 26 de diciembre de 2006

Cómo aprender a cagarla. Primera parte




Ya vuelvo a estar presente después del parón navideño.
Sigo siendo pobre (de la lotería mejor no hablemos). Con una familia que me quiere un montón a la que cada año se le añaden nuevos miembros en forma de pequeñas criaturas humanoides que espero paguen mi pronta jubilación. Con unos amigos que no me merezco: inteligentes, sensibles, divertidos, guapos/as, y con una paciencia infinita demostrada empíricamente ya que me soportan sin rechistar. Y mi nuevo portátil. Sí, mi nuevo laptop que ha salido de las excreciones en forma de reciclaje navideño del típico hermano potentado que hace la típica "limpieza de trastos" en la típica Navidad. En serio, agradezco su brutal generosidad y sus no menos brutales consejos como el de invertir todos mis ahorros en fórum filatélico... ¡Gracias tete!

En realidad, la génesis de este post tiene el propósito de exorcizar los momentos embarazosos que a todos nos ocurren, pero que a mí, últimamente se me multiplican por doquier (Sí, tú, saca el puto muñeco de mi persona del congelador que ya cansa. Plasta de los cojones...)
En una semana he sufrido en mis propias carnes tres momentos de los que yo y una buena amiga definíamos como "Momentos Larry David", en homenaje al genial (y este sí que es bueno de verdad) creador de la telecomedia Seinfeld y de una de los mejores series de la HBO de este milenio que empieza, Curb your enthusiasm . No os voy a explicar de qué va la serie, ya que estaría pisando mis propios posts. Simplemente os daré un par de pinceladas del argumento: nos metemos en la vida de Larry David, guionista y productor de series y "shows" en EEUU, en su vida cotidiana por Los Angeles y en las situaciones embarazosas y complicadas que se encuentra por azar o no, entorno a si mismo y a los que le rodean. La serie, con un formato a medio camino entre el reality y la ficción, muestra como no hay nadie en el mundo que la cague mejor que él ante cualquier situación. Todas sus reuniones, sus contactos laborales, las relaciones con sus vecinos, amigos, familia etc. acostumbran a ser desastrosos y a volverse en su contra. Los malos entendidos se cruzan en su vida, y ese hecho genera una comicidad absoluta. Vamos, que te partes la caja viendo como en cada capítulo, el bueno de "La", intenta salir airoso de estos momentos embarazosos y absurdos que la vida te depara .

Pues bien, yo he tenido tres momentos Larry David esta semana. Os los relataré en orden ascendente de penosidad:

- Medalla de bronce: Barcelona 24 de diciembre de 2006, cena de navidad con hermanos, hermanas y una nueva categoría de familiares que son los consuegros de mis progenitores.
Defino consuegro: personaje mayor, cojo y falto de algunas de las principales habilidades motrices, que se sienta en una mesa y no dice nada en toda la noche. Allí estaba yo. No se me ocurre otra cosa que hacer que coger la muleta del venerable anciano y ponerme a bailotear con ella para arrancar unas sonrisas a mi preciosa sobrina. Ella rie y requeteríe, yo me voy animando. Los espamos de mi cuerpo con la muleta cada vez son más osados hasta que ¡¡¡CRACK!!!, el extraño bastón en forma de muleta se deshace en mil pedazos delante de la mirada atónita de toda mi familia y del usufructuario de la herramienta. La muy jodía... La carcajada de mi sobrina fue de las que hacen retumbar las paredes. Yo casi me parto la piñata contra el sofá por culpa de mi desiquilibrio corporal en el momento de la desintegración, pero consigo mantenerme estable. Cuando recobro el sentido de la realidad, mi boca sólo consigue articular un lastimoso "lo siento" como si tuviera los 8 años de la niña que era objeto de mis monerías. Las buenas formas predominaron en todos los presentes excepto en la mirada asesina de mi hermano. Después me enteré que la muleta en cuestión es un modelo ortopédico jodidamente caro y que la reparación, si es posible ( yo diría que después de cómo quedó el cacharro es inviable...),cuesta un pastón. Así que, ya tengo a otra persona a la que añadir en mi lista de distribución de regalos navideños...

Medalla de Plata: Manifestación por una vivienda digna, Barcelona 23 de diciembre de 2006. Iba yo tan ufano manifestándome con mis alegres compañeros sin piso, ya sabéis, gente de 0 a 99 años de edad como vosotros, y me dedicaba a leer los graciosos carteles y pancartas que se curra el personal para combatir esta nueva lacra social. También pasaba el rato mirando en babia las fachadas de los edificios como es habitual en mi, cuando en ese preciso instante ¡¡¡ZAS!!!, sin saber cómo, me encuentro tirado en el frío asfalto, con una postura más parecida a la de Marichalar cuando se ahostia que a la de una persona que le preocupan los problemas de los jóvenes como yo. Ahí estaba, al lado de un asquero hoyo de árbol, pero sin árbol... De hecho, si hubiera existido el árbol no se me habría torcido el tobillo ya que mi perfecta visión periférica hubiera captado el peligro antes que apareciese. Imaginaos: risotadas en general y guirigai colectivo. No os voy a contar la parte más escatalógica del asunto que fue caer a pocos centímetros de ciertas cosas que no voy a mencionar por el buen gusto de mis lectores... Ya en el suelo, esperando a que los mossos empezasen a apalearme, se me acerca una chica de la mani con el descojone dibujado en su rostro diciéndome, "¿te ayudo?". Yo la miraba con cara de cordero degollado y un agudo dolor en el tobillo. Con toda la dignidad posible en una situación como esa, me levanté y le contesté cojeando: nada, nada, no pasa nada, jejejeje...! Con una de esas risas estúpidas que suele aparecerte cuando estás obligado a reír en situaciones que en realidad no te han hecho ni puta la gracia.

Medalla de oro: Barcelona 21 de diciembre del 2006. Fiesta del 60 aniversario de la editorial Edhasa en la biblioteca Jaume Fuster. ¿Invitados? Toda la plana mayor del sector del libro y de la edición de este país, gente guay en general y profesionales del gorroneo del catering (principalmente yayetes de lo más espabilados con los que he coincidido en más de un sarao). En una sala abarrotada de gente me encuentro charlando amigablemente con compañeros de trabajo en un corrillo típico de estas situaciones. Reconozco que tengo la manía de tambalearme ligeramente en estos momentos de desenfado etílico, vamos que no puedo estarme quieto. De pronto, en medio de uno de mis hipnóticos tambaleos noto una extraña y brusca fricción con algo o alguien a mi espalda. Copa en mano, me doy la vuelta y me encuentro al auténtico "pope" de los editores en catalán, Jaume Vallcorba, limpiándose su espléndido chaleco de una mancha descomunal de vino que le chorrea hasta llegar al suelo. De nuevo, percibo el rumor de una risotada general entre mis solidarios compañeros de gorroneo. Fueron tres disculpas las que tuve que decir hasta que el ilustre editor se dignase a emitir algún sonido gutural en su boca. Algo así como: mmmmfffff...tttsssss...jodeeeeerrr..... Evidentemente dejé de disculparme y me giré para que la gente que me acompañaba pudiera observar el rojo bolchevique que inundaba mi rostro. Mientras, para mí mismo sólo conseguía pensar: la has cagada tío! La has cagaaaaaaaaaaaado!!!! En fin, abriéndome puertas en el sector como dicen algunos...

Y esos son tres momentos memorables que pasarán a los anales del 2006 entre muchos otros, con la peculiaridad que los tres han ocurrido esta semana. Así que, como podéis comprobar, no hace falta que os dejéis vuestra pasta y vuestro tiempo en pelis absurdas, series que no hacen gracia o drogas que alteren la percepción de vuestros sentidos. Simplemente pasar una semana conmigo y comprobaréis que la mala suerte existe... Eso sí, echarle un vistazo al estupendo video que os linqueo. Uno de los momentos más grandes de uno de los más grandes.

viernes, 15 de diciembre de 2006

Qué tendrán los euros... Oh!!! Qué tendrán....


Desde niño siempre me he preguntado qué se debe sentir siendo millonario.
Esa pregunta aparece con mucha más insistencia cuando las calles apestan a Navidad. Entoces, esa parte materialista de mi persona, tal vez la única, aflora con más fuerza que nunca: ensoñaciones infantiles (y adultas también) como quedarse encerrado en El Corte Inglés, arrasar la sección de DVD del fnac o comprar directamente la Biblioteca de Alejandría al golpe de talonario, se convierten en deseos que únicamente mi estancia en régimen de tercer grado en la Modelo junto a mi inseparable compañero de palos "Dieguito el malo" impiden que se haga realidad...

La reciente noticia de dos empresarios que han vendido sus respectivas empresas por un pastón totalmente indecente vuelve a poner de manifiesto mi imperiosa necesidad de huir de las garras del mileurismo y convertirme en un respetable seismileurista con casa, chófer, plasma de 4000 pulgadas y conexión a internet en los 6 lavabos de mi dúplex de 500 metros cuadrados...
Aunque la verdad sea dicha, últimamente estoy controlando más de lo debido mi temida pulsión consumista. No es que me patee el sueldo cada mes... Es que me lo pateo en aproximadamente 15 días. Por lo tanto, he llegado a la conclusión que necesito tener un jefe como John Caudwell, mejor aún, necesito ser John Caudwell, el majete empresario británico que donó a sus trabajadores la modesta cifra de 5 millones de euros a repartir entre toda la plantilla, después de venderse su empresa de móviles Phone4U.
No entro a valorar la personalidad de Mr. Caudwell, aunque todo parecía indicar que era un auténtico explotador: alérgico a los sindicatos, prohibió el correo electrónico a sus trabajadores, lo que me hace pensar en que si fuera mi jefe este magnífico post que estoy redactando se quedaría sin ver la luz celestial de blogger. Pero mira por donde, el más grande de los puteadores, (siempre ha de ser vuestro jefe compañeros, si no es así es que tenéis un problema), se convierte en el verdadero benefactor de gente como nosotros: tristes asalariados que algún día tendremos un sueño como el de John. Y reuniremos a todos nuestros colegas, familias, amiguetes, conocidos y población del purgatorio en general para decirles, "ei, troncos! Abrid este sobre mágico y, para quien quiera venir, os espero en el aeropuerto con dos billetes rumbo a _________ (insertar vuestras peticiones) dentro de 24 horas".

Y para eso sirve el dinero. Y para nada más...

lunes, 4 de diciembre de 2006