martes, 2 de octubre de 2007

Los Maderos



Quedo con los colegas para ir al concierto de The Police en la puerta del Hotel Plaza porque suena internacional y creemos que así somos gente con clase. Todo el mundo llega tarde y cuando falta media hora para el inicio del concierto, enfilamos ufanos la montaña para dirigirnos al estadio.

En el marasmo humano de entrada al recinto pierdo de vista a un amigo con el que estaba hablando apenas 15 segundos antes. "¿Habéis visto a Àlex? "¿Dónde está Àlex?". Intranquilo, pienso en mi interior: "¿habré dicho algo malo?" "¿Se habrá tomado a mal lo del parecido con Brendan Fraser? "¿Ha visto a la pequeña Madelain?. Dejo de preocuparme porque sé que tiene la entrada en su poder y tengo nuevas cosas importantes en las que pensar, como por ejemplo no morir aplastado por la masa humana que se dirige hacia los accesos.

Llegamos a la entrada y uno de los tipos que controla la puerta decide que le mola mi bolso. "¿Me enseñas la bolsa?" Me pregunta. Lo miro y veo en su rostro que ansía encontrar C4 o algún que otro detonador. "Como no", le respondo gentilmente mostrándole la bolsa. Al cabo de treinta segundos con la bolsa en la mano me pregunta ostensiblemente cabreado, "¿me la puedes abrir?". "¡Ahhh! claro", respondo. No atino con la cremallera y tardo otros treinta segundos en abrirla. A mi espalda, la masa se impacienta y contemplo seriamente la posibilidad de ser pateado por 10000 puretas fans de Police. Qué tristísimo final para una vida... Al fin consigo abrir la bolsa y muestro su contenido: libreta, bocata de lomo y cámara de afotos. "Adelante".

Estamos dentro del Estadi Olímpic y buscamos nuestros asientos. Yo sigo buscando a Brendan, perdón a Àlex... Llegamos a nuestro sitio y me dirijo raudo y veloz a pedir cervezas para todos los presentes acompañado por dos simpáticas señoritas. Todo se va cumpliendo según el plan previsto y escojo la peor barra: atestada de gente y con una camarera más lenta que la cintura de Koeman en un contraataque. Pillamos un montón de birras que sólo durarán hasta el tercer tema. Veo que Àlex ya ha llegado a nuestra fila. Estamos todos.

Se apagan las luces, y ¿dónde me encuentro? Meándome todo yo. Apuro las últimas gotas y salgo pitando para no perderme ese gran momento épico de los conciertos que es su inicio, el rugido de la masa eloquecida por el ídolo y los primeros acordes de un glorioso intrumento musical llamado guitarra eléctrica. Estoy a punto de partirme la crisma bajando las escaleras de dos en dos, pero me mantengo a flote. Jodo a toda la fila que tienen que moverse y apartar sus patazas pero al fin llego a mi asiento. Las primeras notas de Message in a bottle empiezan a transportarme a un pasado moderadamente lejano. Empiezo a sentir el subidón conciertero pero veo al grupo como si ellos estuvieran en el suelo y yo en lo alto del Empire State. No se ve un pimiento. En el segundo tema encienden unas descomunales pantallas y todo vuelve a recobrar sentido. Sí, estoy en el concierto de uno de los grupos míticos de la historia del rock e intuyo que me lo voy a pasar bien...

Y no os voy hablar de la música porque para eso ya están esas críticas hechas por gente que sabe de música bastante más que yo y que seguro habéis leído. Sólo os diré cuatro verdades quoletianas: Sting, Copeland y Summers lo hicieron de p**a madre. Ya no tienen 20, ni 30, ni tan siquiera 40. Estos tíos ya están en el medio siglo de vida y lo cierto es que parecían unos púbers. Sting todavía mantiene ese estupendo timbre de voz y cantó, tocó el bajo y se movió a la perfección durante dos horas. Copeland lo dió todo y Summers estuvo en su sitio en una gran actuación. No se pusieron a saltar en camas elásticas como hicieron en una de sus giras ochenteras cuando a mí sólo me interesaba Espinete y Don Pimpón, pero vi a grandes músicos tocando temas históricos, con un gran sonido, arreglos cojonudos, diferentes ritmos y todo lo que se le puede pedir a una buena banda. Todo ello sin necesidad de pirotecnia, grúas que levanten dinosaurios ni rubias con grandes tetas...

A mí me ha merecido la pena dejarme mis euroes y oír en directo un pedacito de la historia del rock and roll.

5 comentarios:

samain dijo...

No m'ho puc creure: has pogut presenciar aquest concert històric, has pogut cantar "a grito pelao" les seves cançons amb l'universal nananana, has vist aquesta icona tàntrica de molt més a la vora del que podré fer jo mai...? I jo aquí, amb l'últim vinil ratllat, imaginant-me entre multituds amb els ulls fixats a la megapantalla, olorant a tigre i rebent cops... si, reconec que és enveja, de la lletja: tu podràs dir "jo hi era", i jo no, quan d'aquí uns anys entris a la base de dades el llibre "The Police: the last concert."... ;)

Josep Maria Augé dijo...

Sincerament no t'envejo Q, jo no entenc d'aquests grups mítics que el seu apogeo coincidia en la meva fase vital "d'ou en ou".

Ni rollings, ni Springsteen, ni Police, ni Pink Floyd (que tornen l'any que ve), ni Dylan...res de res, jo només tinc consciència musical des dels anys 90, les meves trompes d'esutaqui no troben cap plaer en escoltar aquesta música que gairebé tothom considera sublim...

Mentres estaven tocant jo devia estar ingerint el tercer vodka amb taronja portant el compás d'alguna cançó de paulina Rubio o de Morpheo's Dream...

ragnarok dijo...

Un trosset de la història del rock... senyor Q, d'aquí uns anys, ja sabem qui sortirà explicant-ho en els reportatges de l'Sputnik!

Quoèlet dijo...

Doncs la veritat és que si no fos per un amic no hauria anat, Samain. Confiant en el seu fracàs a l'hora de comprar les entrades, li vaig dir que aniria. La sorpresa va ser quan em va dir que les va aconseguir. Ha valgut la pena.

M'agraden els grups mítics Antitot, només et dic que un dels últims al que vaig anar a veure va ser Europe... I amb això t'ho dic tot.
M'estàs dient que musicalment no t'agrada res anterior als Black Crowes???? Un poquito de por favor, Antz... No cola.
Ni un solo cubata, ni copas ni cervezas apasionadas... Si et veiéssin els Nine Inch Nails...

No, no crec que pugui explicar res perquè els meus coneixements sobre la matèria són molt limitats. I només et dic que si cantès tinc clar que la conseqüència directa seria Guantánamo... I amb raó. Això sí, quan vagin palmant aquesta gent podré explicar la batalleta i qui em cuidi del geriàtric.

Anónimo dijo...

Bona crònica, senyor Q!!! Sempre havia considerat una barbaritat pagar 70 € (o els equivalents 8 "talegos" en el passat) per un concert, per molt que m'agradés el grup/artista. Gràcies a aquesta teoria, vaig cometre l'error de no anar a veure els Guns'N'Roses o a Nirvana en les seves visites a Barcelona. Ja els veuré quan curri i tingui más pasta, vaig pensar. Poc després, els Guns es van disgregar i Kurt Cobain va decidir posar fi al seu patiment amb un tret al cap.

Però sempre podré dir que al cap del temps, un cop ja estava currant i continuava anant malament de pasta, vaig anar a veure als Police. Uns Police reciclats però que es van prendre el concert seriosament i em van fer saltar, tot i tenir el peroné fracturat, amb el seu "So Lonely".

Apostol (Brendan)