jueves, 22 de febrero de 2007

¡¡¡¡¡Peeeeeeeeeeeeeeeeedro!!!!!



El próximo domingo 25 de febrero se celebra en L.A. la gala de los premios Oscars.
Antes que nada quiero dejar clara mi postura en torno a los premios del cine americano:

1.- La ceremonia y el espectáculo de los Oscars molan casi tanto como una semifinal de champions Barça-Madrid. Es estupenda y los americanos lo hacen tan bien porque tienen la mano rota tanto de hacer este tipo de saraos como de bombardear paises donde hay petroleo...

2.- La mayor parte de las veces, la película premiada que se lleva el máximo galardón no es la mejor, incluso a menudo es pestilente (como la del año pasado).

En esta dualidad esquizofrénica me encuentro a día de hoy... Para mí la noche de los Oscars siempre ha sido una de las mejores del año, y desde muy joven sustituyó en ilusión y nerviosismo a la de los reyes magos. Efectivamente, yo era uno de esos niños raritos que se quedaba toda la santa noche delante de la tele para tragarse las retransmisiones, y a la mañana siguiente llegaba al cole con cara de River Phoenix después de haber estado aspirando cola y dándole al trankimazín. Aunque lo realmente delirante del tema, siempre han sido las lamentables retransmisiones que nuestros canales de televisión nos han obsequiado sobre los óscars.
Primero fue en TVE, casi siempre borrachos, rodeados de gintónics o con gente berreando como cabras. A saber: José Luis Garci (bostezo) gritando a Rosa María Mateo (más bostezo) que no se entera de cine y cosas por el estilo... Aunque la madre de todas las retransmisiones fue una en la que se dejaron los micrófonos abiertos durante la tertulia que hacían cuando conectaban con Los Ángeles. Inevitablemente los cubatas, pitis y demás estimulantes hicieron su efecto (sí, era una época de buen gusto en que se podía fumar y beber en cualquier programa en directo). Los insultos, comentarios soezes, risotadas y las metidas de gamba históricas de los participantes se mezclaban con la traducción simultanea y el enésimo premio presentado por Karl Malden, en un totum revolutum que hacía que aquello se pareciese más a un bar chusquero que a un programa de cine. Si en este país alguien tiene un mínimo de sentido del humor, esas retransmisiones tendrían que ser repuestas en prime time por interés general o en su defecto, ser emitidas en las facultades de periodismo.
Unos años después con la llegada de las privadas, mr. Oscar cayó en manos de Carlos Pumares en Antena 3. En un alarde de respeto por el cine, la cadena enchufó de comentarista al periodista Roberto Arce y a la presentadora del tiempo... ¡Minerva Piquero! En Hollywood se encontraba el incombustible Pumares. Los más jóvenes lo recordaréis por ser uno de los freaks en la última época de Crónicas Marcianas. Los que ya tenéis espolones como yo, tal vez lo recordaréis como el presentador de un programa de cine en la radio bastante surrealista llamado "Polvo de estrellas", en que el histérico presentador tenía toda una serie de entrañables oyentes que lo llamaban en directo para putearle con preguntas del tipo: "Qué te ha parecido Kárate Kid?" o "¿te gustó Rambo?", a lo que él respondía con una retahila de insultos a sus queridos admiradores. Antena 3 no llegó al nivel de TVE pero se le acercó... Consigueron destrozar todo el encanto de la ceremonia contratando a los peores traductores del mundo que no tenían ni pajolera idea de inglés y que lo más complicado que podían traducir era "Yes" por "Sí", "No" por "No" o "the winner is" por "el ganador es...".
Y finalmente llegó Canal + y ¡¡¡todos a pagar!!!Por aquel entonces yo ya me había hecho un criterio de lo que significa el buen cine y el mal cine y, en honor a la verdad, hay que decir que el estupendo Jaume Figueras y la rematadamente pija Ana García Siñeriz subieron el listón de las retransmisiones, cosa francamente fácil como habréis podido comprobar. Éstas se volvieron más sobrias y profesionales, aunque de vez en cuando la Siñeriz soltaba alguna capullada de las suyas sobre los vestidos de las actrices y faranduleos varios que hacían sonrojar al bueno del Figueras. También alguna discusión entre ellos dos tenía su gracia e inevitablemente acababa con una caída de ojos de Jaume que expresaba algo así como: "no puedo con esta tía..." Afortunadamente desde el año pasado la pija ha pasado a chupar banquillo con Boris y ha saltado al campo la muy válida Àngels Barceló.

Y esta es la historia de las retransmisiones de este gran espectáculo en este país de despropósitos... Tengo cintas de VHS con un montón de ceremonias grabadas desde el año 1988 y os aseguro que algunas son incunables del patetismo y otras te pueden hacer reír hasta perder el sentido.

Ah!!! No os penséis que os vais a salvar de mi porra. Ahí va:

- Película: Babel(Infiltrados es la mejor y tendría que ganar)
- Director: Marin Scorsese (que ya toca, ¡oño!)
- Actor: Forest Whitaker . ( increíble que no esté Di Caprio por The Departed...)
- Actriz: Helen Mirren (Lo siento Pe, otra vez será... Y haz el favor de aprender a hablar en público sin dar verguenza ajena, anda, maja...)
- Secundario: Alan Arkin
- Secundaria: Adriana Barraza
- Extrajera: El laberinto del fauno (Del Toro mola aunque no sea su mejor peli)
- Guión original: Michael Arndt, por Little Miss Sunshine (¿¿¿Y este de dónde ha salido para hacer una peli tan bien parida???)
- Guión adaptado: William Monahan, por Infiltrados

El lunes veremos cómo ha ido la cosa. Y no olvidéis ponerme vuestras porras y comentarios que al ganador le regalo una cinta con los mejores momentos de vergüenza ajena de los Premios Yoyas 2006...


PD: Atentos al genial video que os linkeo en la introducción de los oscars 2006

miércoles, 7 de febrero de 2007

Abracadabra



Vuelve John Wayne con energías renovadas y con ganas de hincar el diente a las últimas creaciones del séptimo arte, a pesar que para muchos de vosotros podría ser el trigesimo octavo, muy por detrás del arte de la petanca, del parchís o del de ingerir psicotrópicos los fines de semana.

Pues sí, el cine, esa fábrica de grandes momentos y brutales ronquidos... En esas estamos, comentando con mi juicio de acero unas cuantas pelis que he visto en las salas durante este mes de enero. Tres han sido las elegidas para ser diseccionadas por mi infecto bisturí: una peli coreana cuyo nombre me recuerda a que me quiero ir ya de la oficina, Time; otra que inspira esta nueva entrada e incluso a su creador, The Prestige (El Truco Final); y una última que prometía pero que al final me ha dejado tirado como esa chica que nunca se presentó, como ese coche en la ladera del Tibidabo, La Vida Abismal.


Una vez más no he podido con el cine oriental. Lo he intentado con varias películas y no hay manera. Con Time tampoco ha funcionado. ¿Es burro Quoèlet? Puede ser. ¿Primario? Sin duda. ¿Montaraz? Más que las cabras. Todo eso no quita que reconozca que son unos auténticos maestros en la puesta en escena, en la belleza de las imágenes, en esa manera tan particular de contar los temas universales. ¿Es eso buen cine? Para mí únicamente es un 10% de lo que tiene que ser. Pero, una pregunta vital, ¿por qué se empeñan en intentar hacer películas de dos horas cuando, la mayor parte de las veces (aquí también), podrían desarrollar esos argumentos con unos cortometrajes estupendos? Me molesta. Aunque reconozco otras virtudes, yo, que en el cine estoy acostumbrado a todos los ritmos habidos y por haber, acabo desquiciado por esas repeticiones argumentales innecesarias y en la peli de Kim Ki-Duk son más que evidentes. Otro dato a tener en cuenta y que me hizo percatar mi buen amigo J, ¿alguien se ha dado cuenta de las extraordinarias similitudes entre el idioma coreano y el caló de los gitanos? Nosotros sí. Y estoy convencido que la aportación del pueblo romaní al mundo del cine va más allá de Carlos Saura o del Equipo Ja, y que tiene su máximo exponente en Kim-Ki duk. Nada, la historia es un capítulo de Nip Tuck explicado poéticamente y sin liposucciones salpicando la cámara... Le pongo un cinco raspao en un ataque de generosisad, pero, si alguien me regala la ropa que lleva el protagonista me vendo sin problemas y digo que es la obra más grande desde El Padrino.


La Vida Bisbal (perdón, no me he podido contener...) de mi hasta el momento admirado Ventura Pons. Fui con ganas, ilusión y toda la buena predisposición del mundo para conocer como sería la vida de un jugador en la València de los años 70. Todos los ingredientes hacían presagíar una buena hora y pico de cine: un director con estilo, una historia sacada de uno de mis escitores favoritos, Ferran Torrent, un toblerone delicioso que me regaló una de mis compañeras de cinefórum, etc. Pues a joderse tocan... La peli es floja, flojilla. En ningún momento la historia te arrastra hasta donde el director nos quiere llevar. Pero, ¿dónde nos querías llevar, Ventura? No empatizamos con los presonajes, y el Chino, con sus desvaríos amorosos, acaba perdiendo ese tufillo macarra que tan bien le da Jaenada. La narración es tosca, hecha como a trompicones. Y los diálogos, al contrario que en la mayoría de sus películas, me parecía que entorpecían lo bueno de la historia que es la pasión autodestructiva que puede llegar a alcanzar un jugador profesional. Lo mejor: que Ventura estaba en la sala en un sesíón de fila 0 para la ESCAC y el tipo es majete y te cae bien. Se puso a explicar sus neuras, que si cine digital, que si la peli no da pasta, que si el trabajo con los actores... Le pongo un seis, porque es él y tiene talento... ¿Quién da cartas?

Pues reparte el grandísimo Christopher Nolan y su no menos grande The prestige (El truco final). Una auténtica "master piece" del entretenimiento. Giros, contragiros y requetegiros en una película en tres actos que te coge de la zona testicular desde el minuto uno y no te deja hasta que llegas a casa y acabas diciéndote a ti mismo con voz de castrati: " joder, creo que la tengo que volver a ver" ¿Tramposa? Por supuesto. Nolan no engaña a nadie y lo hace con gusto, con sutileza, sabiendo que no somos tontos al contrario de lo que le pasa a la torpe El Ilusionista. Lo mejor: el duelo fraticida Christian Bale vs Hugh Jackman que recuerda a los grandes duelos entre tramposos del cine como el de Michael Caine vs Lawrence Olivier en La Huella. (Amigo Bowie: a ver si te pasas más por el cine porque tienes una presencia que llenas la pantalla sólo con tu carisma). Lo dicho, que Nolan es probablemente el niño más listo de la clase, que todas la pelis que ha hecho hasta la fecha son cojonudas y que ya casi está a la altura de los grandes del entertainment, con estilo, calidad, imaginación y grandes historias.
A esta le pongo un 8,5 rozando el 9, y si a alguien no le ha molado pero me pone un dúplex en la Avenida Pearson le casco un cerapio y rajo de ella hasta que se me caigan las cuerdas vocales...